domingo, 5 de octubre de 2008

Inválido

Se desplomó de golpe. Después de todo a quién le puede importar que a uno ya no le importe estar entero, o que duela una garganta cuando un nudo ajusta demasiado, como si fuera un moño bien cosido a un paquete de quien sabe que cosa, para que al "quien sabe" le cueste descoserlo y descubra lo que está escondido. Pero no puede con el moño, y decide cortarlo. Y quién puede acaso cortar un nudo que ata una garganta y entonces, qué garganta puede así escupir una sorpresa.
A quién le importa, que la bala contemple las noches de uno desde la oscuridad de un cajón cerrado, que el sol le apueste a la ruleta su vida y pierda la jugada, que los pájaros olviden la letra de su canto, que florezcan cadáveres en primavera, que el cielo cierre sus puertas y las tinieblas abran un abismo, que los recuerdos droguen una cabeza y los sueños la consuman, y los caminos... Pero no hay caminos. Tormento. Y una mirada hacia no sé donde. Uno mendiga un pedazo de muerte para terminar muriéndose de hambre, con el alma condenada a cadena perpetua y asfixiando el orgullo con el veneno de lo prohibido. La almohada y uno. Y la sobredosis del tiempo que no pasa.
Amar es solo para los que no lo merecen, y ese amar dormirá dos metros bajo tierra, cuando ya y por fin y sin que a nadie le importe, mi valentía de morir venga a buscarme.

30/11/2005

3 comentarios:

Sebastián Zaiper Barrasa dijo...

A quedado impecable.
Costó terminarse.
Es un sintesis muy efectiva. Y lo potente tarda en nacer.

recuerdo la primera vez que oí aquella parte...

Anónimo dijo...

Volverás a escribir y publicar?

cuakerboy dijo...

se me ocurre necesario formar un puente de palabras, para que al cruzar al otro lado enfrentarnos a la potencia irredenta de tu decir...